El principio de Correspondencia en el arte contemporáneo

«Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba». Esta frase, extraída del Kybalion, sintetiza el principio hermético de Correspondencia, uno de los siete pilares de la filosofía espiritual recogida en esta obra clásica. Según este principio, existe una conexión profunda entre los distintos planos de existencia: el físico, el mental y el espiritual. Lo que sucede en uno de ellos se refleja inevitablemente en los demás.

La obra que analizamos hoy es una representación visual de este concepto. A través de una estética abstracta y simbólica, la artista plasma esta ley universal con fuerza y sensibilidad, creando un puente visual entre lo visible y lo invisible.

Simetría, dualidad y conexión entre mundos

La composición de la obra se estructura sobre una simetría horizontal que, aunque no es perfecta, es profundamente intencional. La línea del horizonte, densa y oscura, se erige como eje central y punto de inflexión entre dos planos: el «arriba» y el «abajo».

En la mitad superior predominan los colores cálidos y ligeros: rosados, naranjas pálidos y brillos tenues que evocan lo etéreo, lo espiritual, tal vez un plano sutil de consciencia. Las formas abstractas que emergen en este espacio parecen ascender o disiparse en la atmósfera, en un gesto de elevación. Una rejilla apenas perceptible cubre esta sección, simbolizando quizás el tejido invisible de leyes universales que rigen todas las dimensiones. Las líneas verticales anaranjadas refuerzan la sensación de flujo descendente, de energía que baja desde planos superiores.

El reflejo transformado: materia, subconsciente y anclaje

La mitad inferior actúa como un espejo imperfecto de la superior. Aquí los colores se tornan fríos y densos: azules profundos, grises y negros que evocan el mundo material o el subconsciente. Las formas reflejadas desde «arriba» adquieren una nueva consistencia: se vuelven más sólidas, más pesadas, quizás distorsionadas por la densidad del plano físico o por la percepción humana.

Este contraste no rompe la armonía, sino que la enriquece. La correspondencia entre ambos planos se mantiene, aunque modificada por las características propias de cada nivel de realidad. La textura y las capas de pintura subrayan esta multidimensionalidad, y la cuadrícula que atraviesa toda la obra puede entenderse como la estructura universal que conecta lo visible con lo invisible.

Un lenguaje visual para una ley espiritual

La artista no busca ilustrar literalmente una enseñanza filosófica, sino evocar su esencia a través de un lenguaje visual abstracto, sensible y poderoso. La obra no solo representa el principio de Correspondencia, sino que invita al espectador a experimentarlo. Es una llamada a percibir la realidad de forma más profunda, reconociendo que lo espiritual y lo material no están separados, sino que se reflejan y se influencian mutuamente.

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